Vega Mª Pérez Wohlfeil, Málaga
relato corto finalista del II Certamen Andaluz de escritores noveles
editado por el Pacto Andaluz por el Libro y la Asociación de Editores de Andalucía, 2004

OPERACIÓN ESTUDIO


New Madrid, año 10.527 después de Einstein. Tejado de la oficina intergaláctica de Correos.

Tres siluetas negras se apearon de otras tres siluetas negras de camello. Una de ellas se sacó una caña de pescar de su abrigo negro y metió el anzuelo por entre la rejilla de ventilación. A continuación, sacó un mini-telescopio de la manga y lo utilizó para seguir, a través de la rejilla, la trayectoria del anzuelo. Las otras dos siluetas negras parecían muy nerviosas, y se asustaron mucho cuando el anzuelo golpeó contra algo e hizo ruido.
- ¡Cuidado, Melchor! -dijo una de ellas- ¡No podemos dejar que nos descubran!
- No te preocupes, Gaspar -contestó Melchor- . Ya casi lo tengo... allí... un poquito más a la izquierda... aquí...
Melchor fue enrollando el hilo. De la rejilla de ventilación, enganchado en el anzuelo, surgió un CD-ROM.
- ¡El primero! -dijo la otra silueta- ¿Cuántos puede haber?
- Seguramente, tres -respondió Gaspar- . ¡Pero Papá Noel nos sigue haciendo la competencia!
Entretanto, Melchor había pescado otro CD.
- Puede ser que estos CDs llenos de e-mails sean más ligeros que las sacas de cartas -opinó- , pero creo que prefiero las sacas. Como no son tan pequeñas, no hay tantos problemas para encontrarlas... además, uno se siente más querido. Y encima, para leer los e-mails... ¿Os acordáis del año pasado? Tuvimos que comprar los 220 fascículos de la colección "Informática para retrasados mentales" para averiguar cómo leches se abrían los CDs esos...
- Lo que pasa es que a unos vejetes como nosotros no nos entra en la cabeza tanta máquina -dijo la última silueta.
- Tienes toda la razón, Baltasar -afirmó Melchor, sacando el tercer CD- . Este es el último. ¡Oh, no! ¡Es para Papá Noel!
- ¡Escuchad! -Baltasar agarró a Gaspar de la manga- ¿No oís nada?
- Pues... no -respondió Gaspar.
- Yo sí -dijo Baltasar- . Era como un reno... ¿cómo se llama lo que hacen los renos?
- Ni idea -dijo Melchor. De pronto, todos oyeron claramente otro sonido: un "jo, jo, jo" y unos jadeos. Entonces, una silueta negra con una panza descomunal y un saco a la espalda ascendió al tejado. Al parecer, acababa de escalar la cornisa.
- ¡Papá Noel! -gritaron las tres primeras siluetas.
- ¡Los Reyes Magos! -exclamó Papá Noel.
- ¡Llegas tarde! -dijo Melchor- ¡Tenemos tu CD!
- ¡No podéis chantajearme! -contestó Papá Noel- ¡Tengo vuestros fascículos!
- ¡No! -gritaron los Reyes a coro.
- ¡Sí! -dijo Papá Noel- Pero os propongo un trato.
- A ver -se interesó Gaspar.
- Bien. El trato es el siguiente: Melchor me devuelve mi CD y yo os devuelvo vuestros fascículos. Pero me tendréis que dejar consultarlos cuando me haga falta; me los compraría yo mismo, pero creo que la entrega que me interesa sale después de Nochebuena.
- Sí, ese es el problema de trabajar tan temprano: tienes poco tiempo -dijo Baltasar.
- Sí -coincidió Papá Noel- . Bueno, ¿qué decís?
- Mmm, déjanos hablar a solas un momento -dijo Gaspar.
Los Reyes Magos juntaron sus cabezas en círculo y empezaron a deliberar.
- ¿Colaborar con Papá Noel? -se quejó Melchor- ¿Después de tanto tiempo de competencia? No sé… me huele a chamusquina.
- Puede ser, pero se supone que los Reyes Magos somos sabios y hemos de dar ejemplo –dijo Baltasar-.
- Además, es Navidad -añadió Gaspar-, en teoría es una fiesta para compartir.
- Tenéis razón -reflexionó Melchor- . Además, no hay otro remedio... Sin los fascículos estamos perdidos.
- Bien, entonces, ¿de acuerdo, no? -preguntó Baltasar. Melchor y Gaspar asintieron, y se volvieron todos hacia Papá Noel.
- De acuerdo -dijo Gaspar- . Te devolveremos tu CD y te dejaremos consultar los fascículos cuando te haga falta.
- ¡Fantástico!¡Jo, jo, jo! -celebró Papá Noel- ¡Ahí van vuestros fascículos!
- ¡Y ahí va tu CD! -dijo Melchor.
- ¡Gracias! ¿Amigos, no? ¡Pues venga un apretón de manos, hombre! ¡Jo, jo, jo! -voceó Papá Noel.
Los Reyes Magos y Papá Noel se dieron la mano, y los camellos y los renos (que acababan de aparecer con el trineo) se frotaron los hocicos. Después se fueron todos al cuartel general de los Reyes, porque el de Papá Noel estaba en Finlandia y quedaba un poco lejos. Allí se enfrascaron con el ordenador, los CDs y los fascículos, y a las 5 de la madrugada habían conseguido deszipar, descomprimir y desespachurrar todos los ficheros de los e-mails. De entre los inacabables mensajes había uno dirigido a los Reyes que les llamó la atención. Decía así:

Queridos Reyes Magos:

Este año no he sido especialmente bueno, pero como eso no es tan importante, os pido: un avestruz que se convierta en un coche de carreras a pilas para mí, una correa masajista con walkman para Toby y un estudio de grabación al lado de casa, para mis padres, que tocan el violín y las maracas. Querían alquilar uno, pero hay escasez de locales. Así que graban en una plaza de garaje, y la gente empieza a mirarlos de forma rara cuando aparcan. Si queréis podéis coger mazapán sin grasas ni azúcar ni aceite de la tecnonevera. Se despide, Óscar.

- ¡Vaya! -dijo Melchor- ¡Como si los estudios de grabación crecieran en los árboles!
- ¡Hmm! -dijeron los camellos, y lanzaron una mirada a los Reyes que quería decir claramente: "Si tenemos que cargar con un estudio de grabación, hacemos huelga". Baltasar suspiró.
- ¿Qué hacemos? -preguntó. Todos se quedaron pensativos. Entonces dijo Papá Noel:
- Quizás, una inmobiliaria podría haceros el trabajo...
- ¡Buena idea! -gritó Gaspar- ¡Se me está ocurriendo un plan! Que alguien averigüe dónde vive ese Óscar y si cerca de su casa hay algún terreno de alguna inmobiliaria sin escrúpulos.
- ¿Sin escrúpulos? -se extrañó Melchor.
- Sí -dijo Gaspar- , ya sabéis, que le hayan quitado el terreno a una pobre viejecita o algo así...
- Pero -preguntó Papá Noel- ¿por qué?
- Hombre, porque como sea una inmobiliaria honrada no vamos a poder obligarla a nada... Somos los Reyes Magos, no una panda de mafiosos, ¿sabes?
- Eso de los mafiosos me está dando una idea -dijo Baltasar- . Escuchad...

A partir de entonces reinó una actividad frenética en el cuartel general de los Reyes. Papá Noel, que también quería colaborar, averiguó que el terreno contiguo a la casa de Óscar era propiedad de una inmobiliaria, pero, para desolación de Gaspar, era igual que todas las demás.
- Bueno -lo consoló Melchor- , si es como todas las demás, tampoco es nada angelical.

Así que los planes de los Reyes pudieron seguir adelante. En poco tiempo, Melchor se hizo con unos magníficos disfraces de mafiosos, y Baltasar logró, quién sabe cómo, maquillar a los camellos para que parecieran Rolls-Royce. Melchor, Baltasar y Papá Noel se vistieron de mafiosos, con corbata roja, traje de chaqueta y sombrero a rayas verticales, y Gaspar se disfrazó de Al Capone. Montaron en los camellos, Papá Noel subió a su trineo y aunque los renos estaban mosqueados -porque es sabido que los renos toleran mucho peor que los camellos que se les maquille-, se dirigieron a la inmobiliaria e irrumpieron en el despacho del director. Allí hicieron un buen teatro. Gaspar se presentó como el fantasma de Al Capone. El problema era que el director no sabía quién era Al Capone, y Gaspar tuvo que pasar media hora instruyéndole. Cuando al fin lo entendió, el director no pareció muy preocupado.
- Bien, ¿y a mí qué me importa? -preguntó con indiferencia. Gaspar sacó una pistola y lo y amenazó un poquito. Surtió efecto; el director se escondió detrás de la mesa, asustado.
- ¿Qué quieren de mí? ¡Que tengo ochenta hijos! -lloriqueó.
- ¡Ajá! -dijo Gaspar- Queremos que construya usted un estudio de grabación en el número 23 de la calle América, de forma que esté acabado para el día de Reyes, y que entonces le ponga usted un lazo gigante en el tejado y se lo regale a los vecinos del nº 24. ¡Pero antes de eso, nadie debe saber que se trata de un estudio de grabación! ¿Entendido?
- S...sí -dijo el director, sin salir de detrás de la mesa.
- Bien -exclamó Gaspar- , si no lo hace usted , volveremos. ¿De acuerdo?
El director asintió, y los "mafiosos" se fueron. De vuelta en el cuartel general secreto de los Reyes, Baltasar protestó:
- Oye, Gaspar, eso no ha estado nada bien. Que después de todo, somos los Reyes Magos.
- Y Papá Noel -dijo Papá Noel.
- Tranquilos -contestó Gaspar- . Ese hombre había hecho mucho daño a la sociedad. ¡Era el presentador del concurso televisivo "Gran Prí"!
Y entonces todos estuvieron de acuerdo en que se lo tenía merecido; además, no le iba a perjudicar mucho.

Durante los días siguientes, tanto Papá Noel como los Reyes Magos estuvieron muy ocupados con la recolección de juguetes y con la confección de la lista de niños a los que no había que regalarles nada porque ya lo hacían sus ignorantes padres, que no creían en Papá Noel ni en los Reyes y no querían que sus hijos se llevaran una desilusión.

Y llegó la Nochebuena, la noche más dura del año para Papá Noel. Comparada con otras anteriores, transcurrió sin contratiempos, excepto un pequeño incidente con una planta carnívora.

Y pasó la Navidad, y Nochevieja, y el Año Nuevo... Y al fin le tocó el turno a los Reyes Magos. Estos, después de repartir todos los regalos, comprobaron que se había construido el estudio de grabación y añadieron el único complemento que había traído de cabeza al director: el lazo gigante. El director, que se acercaba con el más grande que había podido encontrar, se quedó pasmado al ver el lazo enorme en el tejado, y los camellos.

Unas horas más tarde, a las seis de la mañana, Óscar y su familia se levantaron y comenzaron a desempaquetar los regalos. Estaba el avestruz-coche de carreras de Óscar y la correa masajista de Toby, pero lamentablemente debajo del árbol de plástico sintético ecológico que lavaba la ropa no había ningún estudio de grabación.
- ¡Vaya! -dijo Óscar, algo decepcionado- ¡Yo pensaba que los Reyes traían todo lo que pedías!
- Parece que llaman a la puerta, querido -dijo la madre- . ¿Vamos a abrir?
- Hola -saludó un hombre que no conocían, cuando abrieron la puerta- . Soy el director de las inmobiliarias Ladonnaemobile, que les desean un feliz año -puso una sonrisa algo estúpida- . ¡Ejem! Bueno, les quería regalar este magnífico estudio de grabación, de parte de Al Capone... ejem... -mientras decía esto, señalaba el edificio de al lado, adornado con un enorme lazo rosa que le caía por los costados.
- ¡Ohhh! -gritaron el padre y la madre.
Toby le lanzó a Óscar una mirada que quería decir: "¿Ves como los Reyes sí traen lo que uno pide?".
En ese momento, los Reyes Magos y Papá Noel estaban montando una fiestecita con todas las uvas y el champán que les había sobrado de Nochevieja. Y Melchor dijo:
-¡No tienen ni idea los niños de lo que tenemos que armar sólo por ellos!